Una investigación publicada en la gaceta ‘PLOS One’ por el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Precautorias de Francia (Inrap) y la Universidad de Burdeos (Francia), examinó los restos óseos desenterrados en una serie de fosas encontradas en la urbe de Nimes, al sur del país. Los 3 esqueletos, que se hallaban preparados de forma deliberada en dirección cara La Meca, podrían confirmar la presencia musulmana en la Francia medieval a lo largo de la temporada de las primeras invasiones árabes a Europa occidental.
Tras los análisis de ADN, la datación por radiocarbono y el estudio de las prácticas funerarias en el sitio, fue posible determinar que los restos se remontan a los siglos VII y IX y corresponden probablemente a individuos musulmanes de ascendencia berebere (conjunto de etnias autóctonas del norte de África). Los estudiosos piensan que hacían una parte del ejército árabe (Califato Omeya) a lo largo de su veloz expansión por el norte de África, si bien ninguno de los huesos mostró patentiza de heridas de combate.
A principios del siglo VIII, las fuerzas de la dinastía Omeya tomaron la zona de Nimes (vieja urbe romana). En el año setecientos treinta y dos, el ejército musulmán fue derrotado por tropas francas en la Batalla de Tours, instante trascendental en la historia occidental que impidió la expansión del islam cara el norte del continente.
«Sabíamos que los musulmanes llegaron a Francia en el siglo VIII, mas hasta el momento no teníamos ninguna prueba material de su paso», apunta Yves Gleize, antropólogo del Inrap y autor primordial del estudio, notifica ‘The Independent’.
A pesar de que la presencia musulmana en Europa y su proceso de expansión por medio de la península Ibérica está bien documentada, este descubrimiento ratifica que a lo largo de siglos musulmanes y cristianos cohabitaron y «pone de manifiesto meridianamente la dificultad de la relación entre estas comunidades a lo largo de la Edad Media», concluye el estudio.